Democracia S.A.
La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido
Sheldon S. Wolin
Ed. Katz, 2008
403 páginas
Escrito por Luis Roca Jusmet
Sheldon
S. Wolin está considerado como uno de los principales teóricos actuales
de la democracia y también de un analista excepcional de la realidad
política de su país, EEUU. El prestigio es totalmente merecido porque
combina el rigor teórico y con el análisis social científico de una
manera brillante y creativa.
Aunque
el ensayo es muy reciente ( fue escrito el año 2008) han habido cambios
significativos en USA ya que cuando Wolin lo escribió estábamos en la
era Bush, antes de la victoria de Obama. Los acontecimientos sociales y
políticos son, afortunadamente imprevisibles y ni el estudio más
consistente puede predecir lo que pasará, aún a corto plazo, en
determinadas situaciones. Y lo que ha pasado, que es una revitalización
de la política a través de la candidatura de Obama como representante
del Partido Democrático, era sólo posible e implicaba un cambio que ni
el mismo Wolin podía saber. Pero esto, repito, no es producto de su
incapacidad sino de su prudencia : nada podía llevarnos a considerar
como probable la victoria de Obama, ya que todos los indicadores estaban
inicialmente en su contra. Todos, excepto este amplio sector de la
sociedad norteamericana dispuesta a movilizarse contra los usurpadores
de la democracia que estaban en el poder pero que no tenía alternativa. Y
no tenía alternativa porque como Wolin señala todo el sistema electoral
está pensado para excluir una tercera opción política y porque el
partido democrático estaba casi anulado como una oposición real. Pero el
casi es el que permite la sorpresa y esto es lo que ha pasado. El autor
nos dice que, en el mejor de los casos, si esto se produjera, habrían
temas que continuarían intocables, como los temas ecológicos y de medio
ambiente, ya que irían totalmente en contra de sus patrocinadores
corporativos, que poco o mucho siempre están detrás de quién consigue
llegar a la presidencia de los USA. Pero su pesimismo es más profundo
porque considera que el sistema está ya estructurado más allá de las
personas que lo representan y que continuará con la caída de Bush y del
Partido Republicano. Según Wilson los poderes fácticos pondrían unos
límites infranqueables a cualquier Presidente que quisiera revitalizar
la democracia en su país. Lo cual no quiere decir que el autor invite a
la pasividad sino que no podemos tener ninguna confianza en ningún
gobierno USA.Me parece que, desgracaidamente los acontecimientos han
dado la razón al autor del libro. Obama ha cambiado la imagen, ha
suavizado las formas, tiene algunos planteamientos menos agresivos que
Bush pero básicamente es más de lo mismo.
Wolin
describe muy bien que en EEUU se ha dado una contrarrevolución
antidemocrática que lleva al país a un totalitarismo invertido. Este
concepto, acuñado por el autor, es muy interesante y nos permite muy
bien entender lo que está pasando en este país. Para él hay desde la
propia fundación de EEUU una tensión entre lo que él llama los elementos
elitistas-republicanos y los democrático-liberales, presentes en la
misma constitución del país. Pero esta tensión siempre se ha mantenido
en unos términos aceptables, ya que el elitismo nunca traspasó los
límites de su naturaleza democrática. Nunca hasta que llegó Reagan al
poder, que inició esta transformación hacia el totalitarismo invertido,
basada en la alianza entre el Partido Republicano, el poder corporativo
de las grandes empresas, el poder militar y el fundamentalismo
evangélico. El Partido Republicano es una estructura jerarquizada y
oligárquica que funciona según criterios empresariales y mercantiles,
que busca ocupar el poder para imponer sus intereses y los de los grupos
poderosos a los que está vinculado. La democracia se entiende en la
práctica como un lastre, como el enemigo natural del gobierno de las
élites, como el obstáculo de los Muchos para los intereses de estos
Pocos seleccionados que son los únicos que tienen que decidir al
servicio del Superpoder como unión incondicional del Estado y el Capital
en una dinámica imperialista. La política es pura gestión al servicio
de una estrategia donde la ciencia ( incluida la social) y la tecnología
están al servicio de un Poder sin límites que se fundamenta a sí mismo.
Y esto sin perder de vista que a medida en que se consolida esta
simbiosis entre lo político y lo económico lo público, en todos los
sentidos, deja de existir porque el Estado social se desmantela y todos
los servicios se privatizan. Y la política exterior es secretista, una
cuestión de Estado a la que sólo tienen acceso estas élites y que nunca
deben abrirse a la opinión pública.
Otro
tema muy interesante de este excelente ensayo es la descripción del
imaginario que sostiene toda esta dinámica práctica del Superpoder.
Tenemos básicamente una identidad patriótica y religiosa basada en el
analfabetismo político y la adhesión emocional que surge de la
combinación del miedo y la excitación, todo ello promocionado por los
mass-media y la publicidad. Y en este proceso de cambio permanente que
viene dada sobre todo por la inestabilidad económica y las innovaciones
tecnológicas es el arcaísmo que se sustenta en la sacralización de la
Constitución ( de los Padres Fundadores de la nación) y en el
fundamentalismo religioso el que da seguridad psicológica y un
entusiasmo épico al proyecto. El 11 de septiembre fue por supuesto la
oportunidad para dar fuerza a este proyecto contrarrevolucionario y
antidemocrático que se inició con Reagan. La propuesta de Wolin es clara
: recuperar lo que se ha ganado a nivel de democracia contra el intento
sistemático de las élites de arrebatarlo. Pero su nueva estrategia es
muy diferente del totalitarismo clásico, ya que si estos movilizaban
contra la democracia lo que hacen estos nuevos totalitaristas es
degradar la democracia invirtiéndola, es decir dándole el significado
contrario del que ha tenido históricamente, que es el del nombre de los
excluidos por su emancipación.
Este
libro tiene otros múltiples focos de interés. Uno de ellos es el
magnífico análisis sobre la verdad mentira como armas políticas
democráticas y antidemocráticas respectivamente. Otro es la genealogía
de los intelectuales de este totalitarismo invertido. Se definen por el
odio a la democracia , usando la sencilla pero contundente expresión de
Jacques Rancière, y al igual que éste último considera que su origen
está en Platón. Pero el heredero inmediato es Leo Strauss, y esta bien
recordarlo en estos momentos en que parece éste ser un autor de moda en
un público crítico e ilustrado, a veces incluso de izquierda. Es también
muy brillante toda la reflexión sobre la democracia, su historia y su
naturaleza. Para Wolin los tres momentos constituyentes son la Atenas
clásica del siglo V a. C., los movimientos sociales reivindicativos e
inclusivos del siglo XVII en Europa y la conciencia política que
apareció en los colonos de América del Norte a finales del S.XVIII. Y
aquí dejamos como punto de discusión su consideración, que no me parece
muy clara, de que la Revolución francesa tuvo un papel más secundario
porque tuvo un carácter menos autoconsciente y más de lucha contra los
poderes establecidos. En todo caso es importante su consideración, en la
línea del mismo Rancière o de Tilly, de que la democracia no es un
sistema de gobierno sino una práctica, que es la de la lucha de los
excluidos por acceder al poder, a la capacidad de decidir sobre lo que
les afectan y a la que sólo unas élites quieren tener acceso. Wolin
señala aquí algo que bien conoce pero que la mayoría desconocemos: la
Constitución norteamericana no fue la expresión de esta lucha
democrática sino la reacción contra ella y el sistema político sobre
ella construida no es sino un intento de limitarla, regularla y
neutralizarla.
Hay aquí
una discusión nominal y conceptual que hay que recoger, que es el
sentido de los términos republicanismo y liberalismo respecto a la
propia democracia. Llama la atención que mientras hoy resurge un
planteamiento que liga a la democracia con una tradición republicana (
que incluiría a Robespierre y a Marx) en contraposición con el
liberalismo burgués de carácter elitista lo que hace Wolin es hablar de
liberalismo como lo que está vinculado a la democracia ( aunque
limitadamente y con reservas) y el rpublicanismo aparece como una teoría
política elitista. Hay que hacer un trabajo teórico e histórico para
aclarar esta confusión terminológica-conceptual que puede aparecer de
manera diferente según el contexto pero que es imprescindible aclarar en
el ya confuso campo teórico de la izquierda.
El
libro es, efectivamente excelente, como digo en el título. La
traducción es, en general buena, si exceptuamos lo que me parece
inaceptable que es utilizar expresiones que ni se usan ni está en el
Diccionario ideológica de la Lengua Española como es la de demótica en
lugar de democrática, que da título incluso a un capítulo del libro.
Otras expresiones menos importantes arrastran este error ( reclamo en
lugar de demanda, expresiones como extrañas como la de mayoría
desagregada; provincialismo en un sentido diferente del que se usa...)
En
todo caso es un libro que recomiendo a todos los interesados en la
política y en la democracia, en el sentido fuerte de la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario