El largo Termidor
Gerardo Pisarello
Madrid :
Trotta, 2011
Hay que
agradecer a Gerardo Pisarello el impresionante trabajo teórico y
empírico en favor del constitucionalismo democrático y en contra de
la ofensiva de la derecha liberal para legitimar un poder
oligárquico. El libro que comento es quizás su elaboración más
ambiciosa, aunque de forma complementaria se están publicando
valiosos complementos, como el recientemente editado No hay
derecho(s) (Editorial Icaria, 2001).
El ensayo
muestra la historia de como la lucha por la emancipación de los
sectores oprimidos ( por su clase social, por su sexo, por su raza)
se ha traducido en conquistas democráticas. Porque ya de entrada el
libro plantea un buen tratamiento de lo que es la democracia: no un
procedimiento formal ni un sistema cerrado sino un proceso abierto
basado en la lucha por la igualdad política
. Hay que insistir, y Pisarelllo lo hace, en la diferencia entre democracia y liberalismo. Hay que recuperar figuras denostadas en la tradición republicana democrática como la de Robespierre o la del propio Marx. De esta manera el autor del libro se inscribe en esta tradición, que tiene en nuestro país a pensadores de izquierda tan potentes como Antoni Doménech, cuyo extraordinario libro El eclipse de la fraternidad es de lectura obligatoria para cualquier ciudadano de izquierdas . Como Gerardo Pisarello reconoce en una interesante entrevista ( que aparece en el sitio web Rebelión y realizada por Salvador López Arnal) su libro es, en cierta manera, una versión sintética de temas tratados en el libro de Doménech. Lo cual no quiere decir que el libro que nos ocupa no sea riguroso y personal, que lo es. Pisarello tiene una gran poder para equilibrar los principios y los matices. Es capaz de ver las aristas de lo que trata sin caer en el relativismo, de mantener posturas claras sin dogmatismos. El constitucionalismo, nos advierte, ni es democrático por definición ni es un instrumento de las clases dominantes. Esto son reduccionismos. Lo que expresa a través de sus cambios es precisamente la correlación de fuerzas entre los dominantes y los dominados. Es dinámico como la propia lucha de clases y de los sectores discriminados ( mujeres, grupos raciales o étnicos...).
. Hay que insistir, y Pisarelllo lo hace, en la diferencia entre democracia y liberalismo. Hay que recuperar figuras denostadas en la tradición republicana democrática como la de Robespierre o la del propio Marx. De esta manera el autor del libro se inscribe en esta tradición, que tiene en nuestro país a pensadores de izquierda tan potentes como Antoni Doménech, cuyo extraordinario libro El eclipse de la fraternidad es de lectura obligatoria para cualquier ciudadano de izquierdas . Como Gerardo Pisarello reconoce en una interesante entrevista ( que aparece en el sitio web Rebelión y realizada por Salvador López Arnal) su libro es, en cierta manera, una versión sintética de temas tratados en el libro de Doménech. Lo cual no quiere decir que el libro que nos ocupa no sea riguroso y personal, que lo es. Pisarello tiene una gran poder para equilibrar los principios y los matices. Es capaz de ver las aristas de lo que trata sin caer en el relativismo, de mantener posturas claras sin dogmatismos. El constitucionalismo, nos advierte, ni es democrático por definición ni es un instrumento de las clases dominantes. Esto son reduccionismos. Lo que expresa a través de sus cambios es precisamente la correlación de fuerzas entre los dominantes y los dominados. Es dinámico como la propia lucha de clases y de los sectores discriminados ( mujeres, grupos raciales o étnicos...).
El
libro me parece fundamental porque cubre un vacío. Que yo sepa no se
había tratado la historia de la democracia desde un punto de vista
constitucional de una manera tan crítica y rica como lo hace
Pisarello. Evidentemente la limitación de espacio ( que está bien
porque no es un libro académico ni para expertos ) y la globalidad
del proyecto hace que no se pueda profundizar en cada cuestión
específica que va apareciendo. El recorrido histórico es exhaustivo
y no permite entrar a fondo en muchas cuestiones. En este sentido mi
única crítica está dirigida a la manera algo superficial como
ventila el tema de la Declaración Universal de Derechos
Humanos. Me parece que es un
tema de una importancia clave que merecía una reflexión más
profunda y matizada. Aunque también es evidente que Pisarello no
puede citar a todos los que han tratado ha historia de la democracia
encuentro a faltar a Charles Tilly, uno de los más brillantes
sociólogos de la escuela histórica anglosajones y uno de los más
consistentes estudiosos empíricos las luchas que la han hecho
avanzar en la Europa moderna.
Lo
más interesante del libro es la precisión con que Pisarello sabe
desenredar en cada momento histórico los hilos de lo que pertenece
al constitucionalismo democrático y al constitucionalismo liberal
oligárquico con pretensiones democráticas. Porque finalmente el
diagnóstico del libro es el más correcto : ni estamos en una
democracia ni en un estado de excepción permanente o un neofascismo.
Nos encontramos hoy en una deriva constitucional de tipo oligárquico
que mantiene rasgos democráticos. Los matices hay que mantenerlos
porque sino entramos en simplificaciones y reduccionistas que no nos
ayudan en el análisis ni en las propuestas. Pero habría que entrar
más a fondo en cual es la oligarquía que nos domina. Pisarello
apunta certeramente a la oligarquía económica y en esta sentido
aparece la contradicción entre el capitalismo y una democracia real.
El constitucionalismo democrático puede existir en una sociedad
capitalista pero siempre en tensión con la lógica propia del
capitalismo y los intereses de los grandes propietarios y gestores.
Igualmente Pisarello pone de manifiesto como los altos cargos del
aparato judicial, administrativo y militar han sido históricamente
elementos reaccionarios en los procesos democráticos. Pero quizás
faltaría un análisis más a fondo de lo que es poder burocrático,
al estilo de las aportaciones de Cornelius Castoriadis.
Es interesante que Pisarello no se centre exclusivamente en Europa y
en EEUU sino que amplíe sus referencias, aunque sean puntuales, al
resto del planeta ( Asia, África) y sobre todo a América Latina (
que él, nacido en Argentina, conoce bien). De todas maneras hay una
alusión a la Revolución cultural de Mao en la que habría que
entrar más a fondo, ya que aunque no la elogia sí parece
relativizar su nefasto papel en la historia política de China. Falta
aquí entrar, aunque fuera de manera polémica, con la
conceptualización del totalitarismo de Claude Lefort y de Hannah
Arendt.
Respecto a la relación entre el neoliberalismo económico y su
relación con el anti constitucionalismo democrático es muy
esclarecedor su referencia al ideólogo austríaco Friedrich Hayer.
Hay aquí una análisis muy brillante de la ofensiva de la derecha
protagonizada políticamente por Margareth Tatcher y Ronald Reagan,
aunque valdría la pena citar el gran estudio de Sheldon S.Wolin
publicado bajo el título de Democracia S.A ( Katz, 2008).
Finalmente, resaltar un estudio que me parece profundamente
esclarecedor es el del proceso a través del cual se va constituyendo
antidemocráticamente una Unión europea monetarista y neoliberal.
Las nefastas consecuencias las vivimos hoy de una manera dramática.
El libro es, en definitiva, un instrumento imprescindible para un
estudio riguroso y crítico de la historia del constitucionalismo.
Entendido este como expresión de las relaciones de poder entre el
movimiento democrático emancipador y los poderes reaccionarios que,
bajo ropaje liberal, nos han conducido a la sociedad oligárquica en
que vivimos.
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