Escrito por Luis Roca Jusmet
Amartya Sen ( nacido en la India el 1933) recibió el Premio Nobel de Economía ( 1998) por sus trabajos sobre la matemática aplicad a la economía. Pero en su ensayo Pobreza y hambruna: un ensayo sobre el derecho y la privación (Poverty and Famines: An Essay on Entitlements and Deprivation) introduce polémicamente la cuestión de los valores en el análisis económico y demuestra que la causa del hambre no es la falta de alimentos sino su distribución desigual. El más interesante de los aportes de Sen en el desarrollo de los indicadores económicos y sociales es el concepto de capacidad. Un gobierno, dice, tiene que ser juzgado en función de las capacidades concretas que desarrollan sus ciudadanos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, los ciudadanos tienen el derecho constitucional a votar. Para Sen esto no significa nada; él se pregunta si se reúnen todas las condiciones para que los ciudadanos puedan ejercer la capacidad de votar. Estas condiciones pueden ser de muchos tipos, desde el acceso a la formación política hasta el hecho de que los ciudadanos tengan medios de transporte para tener acceso a las urnas. Sólo cuando estas barreras estén superadas se puede decir que el ciudadano puede ejercer su elección personal. Las capacidades se enfocan como una libertad positiva : es la capacidad real de una persona de ser o de hacer algo. Critica de esta manera la prioridad que da el liberalismo político y la economía convencional a la libertad negativa, centrada simplemente en la no interferencia. Si tomamos por ejemplo la hambruna que se dio hace un tiempo en Bengala, nos dice, la libertad negativa de los trabajadores rurales para comprar alimento no se vio afectada. Sin embargo, murieron de hambre porque no estaban positivamente libres para hacer cualquier cosa: ellos no tenían la libertad de alimentarse ni la capacidad de escapar de la muerte. Me voy a centrar en tres tesis defendidas por Sen. La primera es que las identidades culturales únicas son ficciones que conducen a la violencia. La segunda que la democracia es un valor necesario y universal. La tercera que hay que defender una globalización positiva.
En su libro Identidad y violencia. La
ilusión del destino ( Katz, 2008) Amaryrta Sen critica radicalmente la identidad única .La cuestión nuclear, como el
mismo título indica, es el análisis crítico de la creación de una
identidad artificialmente única. Lo que hace esta construcción
imaginaria es crear la ilusión colectiva de un destino. Esta ilusión
acaba empujando a sus seguidores a una violencia irracional. Este
proceso, nos muestra el autor, no es espontáneo ni natural :
esta orquestado por líderes oportunistas que lo construyen
para defender parcelas de poder desde las que defender sus propios
intereses económicos y políticos. La historia nos ha demostrado
como se puede manipular a las masas hasta llevarlas a una locura
colectiva cuyas consecuencias son masacres masivas e indiscriminadas
( Bosnia, Ruanda...). Amartya Sen plantea que hay que hacer una
crítica radical a la ideología que sostiene estos planteamientos.
Esta debe basarse en la visión de que no estamos definidos por una
identidad cultural única. En realidad, nos dice el autor, tenemos a
la vez muchas identidades. Cuando nos olvidamos de esta pluralidad de
filiaciones caemos necesariamente en la unilateralidad y en el
sectarismo. La propia idea de civilización, tan utilizada
actualmente es, además de oportunista errónea, porque es
producto de esta lógica ilusoria, y no solo cuando se habla de
guerra de civilizaciones sino también cuando se habla de alianza, ya
que estas civilizaciones como nos demuestra Sen con paciencia y
rigor, en verdad no existen Y en este marco la peor definición
de civilización es la que se la confunde con la religión, ya
que cualquier análisis histórico y sociológico pone de manifiesto
que esta identificación es falsa. Por lo tanto es un error
mantenerse en este registro y contraponer, por ejemplo, al Islam
fundamentalista un Islam tolerante. Lo que hay que hacer entonces es
salir de este círculo vicioso y buscar otros referentes del
individuo ( políticos, sociales, personales ) que lo saquen de las
identidades religiosas. No se trata , por ejemplo, de que las
autoridades políticas discutan con el representante de la comunidad
pakistaní porque este colectivo no forma ninguna unidad, ya que está
constituido por ciudadanos que pueden elegir no seguir las
tradiciones originarias. Aquí está su crítica al
multiculturalismo, la de diluir la figura del ciudadano libre en la
de la comunidad cerrada e identitaria. Sen también critica el
planteamiento comunitarista, que aunque parte del bienintencionado
propósito de defender las identidades colectivas, acaba negando la
capacidad personal de elegir y supeditando al sujeto a su
grupo cultural originario. El caso de su país de origen, India,
plantea una riqueza casuística particularmente interesante,
generalmente desconocida por los lectores occidentales, por muy
ilustrados que sean.
Amartya
Sen defiende la democracia como un valor universal con raíces
globales en los dos primeros artículos del libro El
valor de la democracia (
El Viejo Topo, 2009). En primer lugar considera que la democracia no
es un invento europeo, en contra de lo que plantean otros pensadores
de izquierda como Cornelius Castoriadis. Par éste la democracia es
autocreación, es la experiencia de una sociedad que decide sobre sí
misma, sobre su ley, sobre lo que está bien y lo que está mal, lo
que es justo y lo que no. Esto ocurre únicamente en Grecia, en la
Europa moderna y en EEUU. Para Sen lo que define a la democracia es
el debate público y la libertad política. Tanto uno como otro se
dan en diferentes sociedades, lugares y momentos en todos los
continentes. Tampoco está de acuerdo con Claude Lefort que la
democracia sea contraria a la certeza de la tradición, que implique
la incertidumbre. Lo que supone es debate, no problematización. Con
quien puede ser compatible es con sociólogos historiadores tan
fundamentales como Charles Tilly. Aunque éste ha estudiado la
experiencia democrática como una lucha básicamente de la Europa
Moderna sí la considera vinculada a la consulta, el debate y a la
libertad, como Sen. Tampoco coincide con planteamientos radicales
como lo de Jacques Rancière, para quien la democracia es la lucha
por la igualdad política de los sin-parte, de los que cuestionan la
distribución policial de los lugares establecido por el orden
social.
Esta
idea de la democracia también puede entenderse como un elemento
clave de lo que Immanuel Wallernstein llama el
universalismo universal,
en contra del universalismo
europeo. También la
ciencia y la técnica son para Sen resultado de un proceso global y
no de una ideología europea. Estaría en la línea de lo que dijeron
algunos científicos y filósofos de la ciencia como Joseph Needhman,
que entendió la ciencia y la técnica moderna como producto de
aportaciones no europeas, como la de China. Igualmente hay una
crítica muy potente de Sen a los prejuicios que oponen el
crecimiento económico a la democracia y la libertad en los países
emergentes. Su comparación de la India y China resulta, en este
sentido, muy instructiva.
Defensa
de la globalización
La defensa
que realiza Sen de la globalización la podemos extraer de los dos
libros anteriores. Está, por una parte, como idea latente en su
crítica de la identidad única. Sen defiende la identidad universal
basado en las singularidades contra las identidades particulares
cerradas. Para Sen las identidades son heterogéneas y no homogéneas
y han de contemplarse desde una visión cosmopolita. Este
cosmopolitismo coincide con pensadores éticos como Kenneth W.
Apppiah, afincado en Europa pero de origen africano.
Sen
desarrolla la defensa de la globalización sobre todo en el tercer
artículo de El valor de la democracia, titulado "Juicios
sobre la globalización". Considera que la economía de mercado
es la mejor garantía de la globalización y que ésta es la que nos
pone en las mejores condiciones para organizar un mundo más
justo. Son las instituciones las que deben regular el mercado desde
una justicia distributiva, una igualdad de oportunidades y un
desarrollo de las capacidades. Cree que los antiglobalizadores se
equivocan cuando se autodefinen así , ya que en ellos mismos
constituyen un movimiento globalizador que lucha por otra manera de
producción, organización y distribución de los recursos. Considera
que los auténticos antiglobalizadores son, en cambio, los
reaccionarios que defienden sus pequeños privilegios locales. La
globalización es vista por Sen como una oportunidad para desarrollar
las capacidades humanas, solo falta poner las condiciones políticas,
morales y éticas para conseguirlo. La economía de mercado también
la ve como un motor del desarrollo económico y tecnológicos que lo
que sí necesita es ser regulado.
Amartya
Sen es un reformista radical y sincero, que no es poco. En un mundo
donde predominan revolucionarios de salón y supuestos reformista que
son simples gestores del capitalismo es de agradecer el compromiso
real de personas que se implican en luchar por un mundo mejor. Si
califico a Sen de reformista y no un revolucionario es porque para
Sen hay que transformar la economía de mercado globalizada a partir
de una intervención política orientada al desarrollo de las
capacidades de todos los ciudadanos, a la igualdad de oportunidades.
La opción política de Sen consiste en mantener una economía de
mercado pero con una política valiente referida a las patentes, las
barreras comerciales, la deuda externa de los países en desarrollo,
los microcréditos, el comercio de armas. El problema es, por
supuesto, si todas estas reformas y cambios que nos propone
sensatamente Amartya Sen son compatibles con la lógica del
capitalismo y ,en caso que no fuera, si éste los permitiría.
Tampoco plantea una crítica clara al crecimiento en la línea de,
por ejemplo, Tim Jackson en su libro Prosperidad sin crecimiento.
Esto teniendo en cuenta que Jackson es también lo que podríamos
llamar un reformista.
En todo caso me parece que hay que diferenciar los problemas reales
de los que son puramente retóricos. Me refiero a que el dilema entre
reforma o revolución, entre ser o no ser anticapitalista me parece
que debe se superado. Si no lo hacemos podemos caer en discusiones
metafísicas, en el peor sentido de la palabra. Lo que importa es que
hay una globalización económica y cultural y hay que ver como
afrontarla desde la izquierda. Hay que ver como regular la
globalización en contra de los intereses del poder del gran capital,
sobre todo financiero y al servicio de los ciudadanos. En este
sentido la idea de capacidades de Sen es muy interesante. Hay que
defender la democracia como valor universal, en esto también con
Sen, y ver cual es su sentido emancipador. El problema no es el
mercado sino que debe haber un poder político democrático al
servicio del desarrollo de estas capacidades universales. Que la
democracia debe ser una garantía de la universalidad de los
derechos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es una
buena referencia aunque no debe ser sacralizada y debe ser entendida
como la reivindicación de unas condiciones de vida dignas para todo
el mundo, empezando por las condiciones materiales. Aunque siempre he
defendido que la ética, la moral y la política son cuestiones
diferentes también considero que deben ir ligadas entre sí de una
manera clara. Como decía Paul Ricouer, que tampoco era ningún
revolucionario : " Una vida digna, con los otros, y con
instituciones justas".
Gente
como Sen puede calificarse de socialdemócrata o incluso de liberal.
Pero en todo caso en el mejor sentido de la palabra, que nada tiene
que ver con el neoliberalismo imperante. Es, por tanto, un amigo, no
un adversario de la izquierda. Con el que, por supuesto, debemos
discutir, pero que tiene mucho que aportar.
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