Reseña de
La crisis de la socialdemocracia europea. Eduard
Bernstein y las premisas del socialismo reformista
José Luis Monereo Pérez
Barcelona : EL viejo Topo, 2012
Escrito por Luis Roca Jusmet
La verdad es
que la socialdemocracia no ha tenido buena prensa en el campo de la izquierda
del Sur de Europa en los últimos tiempos. Ni siquiera los partidos socialistas
( español, francés, italiano y portugués) se llamaban a sí mismos
socialdemócratas, aunque prácticamente lo fueran. Ya señala el autor del libro
que aunque el PSOE fuera en su política
un partido muy consecuente con las premisas reformistas de Bernstein
nunca se manifestó como un seguidor suyo. No hablemos ya de la izquierda del
PSOE : todavía recuerdo cuando dirigentes eurocomunistas del PCE se indignaban
si se les comparaba con la socialdemocracia. La deriva de los partidos
socialdemócratas más importantes, se llamen o no de esta manera, por la tercera vía (básicamente el Partido
Laborista británico y el SPD alemán) todavía ha desprestigiado más el término.
Antes se consideraba a algunos de los dirigentes, como Olof Palme, reformistas
consecuentes y honestos.
Pero
últimamente un historiador tan admirado como científico social, como persona y
como hombre de izquierdas como Tony Judt se
presentó como un socialdemócrata coherente y crítico con la deriva
neoliberal de los dirigentes, fascinados por esta Tercera Vía tan falsa como
devastadora con su tradición política originaria. No sólo esto sino que
economistas críticos de izquierda, como Vicenç Navarro, se presenta a sí mismos
como socialdemócratas.
En realidad las premisas del socialismo reformista de
Bernstein son hoy radicales y hasta podríamos decir anticapitalistas. Quizás
por esto deberíamos recuperar la socialdemocracia como una de las múltiples
corrientes de la izquierda, considerando que el problema de los dirigentes del
socialismo institucional no es ser socialdemócrata sino haber dejado de serlo.
Análisis que podríamos aplicar quizás también al estalinismo en relación con el
comunismo. Pero, y el pero es aquí importante, no podemos caer en un
planteamiento idealista. Este consistiría en decir : los dirigentes socialistas
y estalinistas han traicionado sus ideales. Este planteamiento es poco
realista, poco materialista en el mejor sentido de la palabra. El análisis
correcto es decir : el estalinismo es la peor derivación del comunismo, el
liberalismo es la peor derivación de la socialdemocracia. Planteado así, nos
encontramos con que tanto el planteamiento socialdemócrata como el comunista
lleva en su origen peligros que se acaban concretando en un mal escenario.
El libro de
Monereo es riguroso y claro y nos ayuda a ver cual es el peligro. Pero lo hace
en un análisis lleno de matices, que es lo que nos interesa. Hay que decir que
el libro es más de lo que parece sugerir el título, ya que plantea reflexiones
teóricas muy interesantes sobre la relación entre democracia, socialismo y
Estado. El autor dispone y cita una bibliografía amplia, exhaustiva y crítica
muy interesante. Básicamente pienso que Monereo plantea una reflexión crítica
que recoge los aciertos y errores que podemos encontrar en el socialismo
reformista de Bernstein. Esto al margen de algún tópico que el libro muestra
como erróneo : Bernstein se opuso al nacionalismo belicista de la
socialdemocracia alemana, uno de sus graves y trágicos errores políticos. Como
elementos positivos de la aportación de Bernstein podríamos citar : el huir del marxismo dogmático de su época y
querer entender la complejidad del Estado, que no era únicamente un instrumento
de las clases dominantes; también de la situación histórica que vivió, que no
era la misma que la de Marx. Finalmente el entender el socialismo como algo que
había que construir en el presenta y no proyectar para un futuro sobre la base
de la destrucción de lo que hay. Pero
los elementos negativos eran muy claros : el más importante confundir
democracia y liberalismo. Es decir, apoyar certeramente la democracia pero
confundiéndola con el liberalismo, que era claramente una opción política de la
burguesía. Relacionado con ello caer en otra ilusión ideológica que era la del
positivismo. Una cosa es defender la ciencia y otra caer en la ideología del
cientificismo, que separaba radicalmente los hechos de los procesos y las
estructuras y relegaba la reflexiones sobre los fines de la sociedad al campo
de la opinión. Esto sobre la base de la creencia en el mito del Progreso.