viernes, 9 de febrero de 2018

DECRECIMIENTO Y BARBARIE

Resultat d'imatges de decrecimiento o barbarie



Decrecimiento o barbarie. Para una salida noviolenta del capitalismo
Paolo Cacciari
( traducción de Stefano Puddu Crespellani)
Icaria, 2010, 150 páginas

Escrito por Luis Roca Jusmet

Lo primero que hay que decir del libro es que funciona de una manera casi telegráfica. Esto, en sí mismo, no es ni bueno ni malo. Es bueno si lo que quiere es sugerir y malo si lo que `pretende es profundizar. Si el objetivo del libro es sugerir, entonces el texto sí nos proporciona muchas ideas para desarrollar. Cada una de estas ideas está completada por abundante bibliografía y referencias en la red. Lo cual resulta muy útil para el lector italiano ( la mayoría de indicaciones lo son de libros y de páginas escritas en su lengua y que se contextualizar en experiencias de este país) y menos útil para el no lo es, que seguramente pierde la mayor parte del material. Lo cual no quiere decir que no sea interesante para los legos, ya que nos enteramos) de las múltiples experiencias alternativas vivas en Italia. Nos alegra porque quiere decir que están pasando cosas mucho más interesantes que las que deducimos por los massmedia. Pero nos entristece
constatar que no hay en el país una canalización política de todos estos movimientos y experiencias.
Las palabras decrecimiento y noviolencia funcionan un poco en el texto como mantras salvadores. Éste es un defecto del libro, el de dar un contenido tan absoluto a estas dos palabras, cuando cada una de ellas tiene que matizarse y enmarcar en un planteamiento mucho más problemático. El término decrecimiento funcionó cuando apareció como un concepto revulsivo contra el nefasto paradigma del crecimiento. Crecimiento vinculado al mito del progreso y la lógica del desarrollo capitalista. Cacciari no olvida nunca que el crecimiento que critica es producto de la lógica del capitalismo y no oculta esta palabra como hacen los ecologistas ideológicamente más ambiguos. Pero el concepto es problemático, como bien han señalado economistas críticos como Naredo, ya que más que situar la polémica entre crecer o decrecer deberíamos hacerlo sobre en que aspectos debemos crecer y en cuales decrecer. Aunque hay que reconocer que el mismo Cacciari ya plantea las consecuencias negativas que podría tener el decrecimiento entendido como recesión. Respecto a la noviolencia pasa lo mismo. La aparición de la noviolencia como movimiento fue un avance indudable pero el tema de la violencia es muy complejo, tanto desde el punto de vista de saber si es algo que hay que eliminar o canalizar, como desde la afirmación de que la transformación social será no violenta. Esto último tiene relación con la afirmación de Cacciari de que los medios deben priorizarse a los fines en el movimiento por una sociedad mejor. Está claro que los medios son fundamentales, que hay que tenerlos en cuenta como un elemento esencial pero tampoco hay que olvidar que una transformación radical puede comportar violencia de manera inevitable. El tema del poder es aquí clave y hubiera sido conveniente
mencionar los pensadores de izquierda que más a fondo la han tratado, como Michel Foucault, en lugar de despachar el tema con un discurso bienintencionado pero algo ingenuo..
Cacciari recupera muchos clásicos Erich Fromm, Ivan Illich, Ghandi... en una línea que podríamos considerar
una perspectiva radicalmente ética de la política. Este planteamiento ético da a su discurso un tono bastante idealista, en el mejor y peor sentido de la palabra. El mejor sentido es el de recordar que hay que cambiar las actitudes y los hábitos si queremos cambiar la sociedad. El peor sentido es que hay que ser realista y no olvidar los aspectos más oscuros de la condición humana, la imperfección de cualquier sistema social, la lucha permanente contra los privilegios que se generan inevitablemente. Con su propuesta de ir hacia unas comunidades humanas armónicas autogestionadas parece que volvemos a las propuestas utópicas como alternativa. De todas maneras hay que reconocerle el mérito de bajar su discurso al nivel concreto, buscando siempre prácticas que lo materialicen.
El tema más esencialmente político queda demasiado en el aire. Cacciari, que militó en el Partido Comunista Italiano y en Refundación comunista, tiene suficiente experiencia como para cuestionar honestamente el papel de los partidos políticos. Pero seguramente es necesario alguna organización política amplia, democrática para luchar contra los poderes capitalistas. También critica radicalmente el Estado y sus instituciones pero ¿ podemos prescindir de ellas en la lucha por el socialismo, que es para mí la palabra que por tradición hemos de mantener en la lucha por una sociedad más justa. La cuestión de la democracia radical es aquí fundamental y aunque la referencia a autores como Castoriadis es fundamental encuentro a faltar la de pensadores como Jacques Rancière.
Todos estos comentarios y reflexiones me parece que exponen el valor que tiene este libro que es el de una herramienta útil para repensar una serie de temas clave para el ciudadano de izquierdas.

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